La parabola del sembrador (Lucas 8:4-15)
Debemos examinar sinceramente nuestro corazón y estar dispuestos a recibir la verdad de Dios para que produzca fruto en nuestras vidas.
Permanece en Cristo (Juan 15: 9-11)
Permanecer en Cristo mediante una relación íntima y obediente nos lleva a experimentar un gozo verdadero y duradero.
Acceso a Su presencia (Isaias 56:1–8)
Vivamos para Dios con un corazón íntegro, compartiendo Su salvación, confiando en que nada nos separará de Su amor.
Vive para Dios (Santiago 4:1–10)
Debemos tomar una decisión firme en nuestra fe, eligiendo vivir para Dios y no para nuestros propios deseos egoístas.
Demuestra misericordia (Lucas 10:25–37)
El crecimiento espiritual consiste en amar a Dios y al prójimo con compasión y misericordia, superando barreras sociales y culturales.
El crecimiento spiritual (Filipenses 3:12–16)
El crecimiento espiritual es un proceso continuo de llegar a ser más como Cristo, lo que requiere perseverancia, dejar atrás los logros y fracasos del pasado, y enfocarse en la recompense eterna con Él.
La misericordia de Dios (Jonás 4:1–4)
Dios es misericordioso y nos llama a reflejar esa misma misericordia en nuestras vidas.
El regalo de Dios para ti (Mateo 1:18–25)
El nacimiento de Jesús cumplió la promesa de Dios, ofreciendo salvación y perdón a todos los que creen en Él.
La gloria de Dios en la Creación (Salmos 8:1–8)
Dios ha revelado Su gloria y nos habla a través de la creación, invitándonos a reconocerle y a cumplir Su propósito en nuestras vidas.
Fuiste creado con proposito (Isaias 6:1–8)
Fuimos creados para adorar a Dios con reverencia y servirle fielmente, reconociendo Su santidad y respondiendo a Su llamado con humildad.